La orden de la Merced se estableció en Vejer en unas
casas próximas a la ermita de Santa Catalina, constituyendo este conjunto el
primitivo convento.
En 1633, comenzó a edificarse el convento y templo que fue
abierto al culto en 1646, bajo la
advocación de “Ntra. Sra. de la Merced de
Santa Catalina”.
El terremoto de 1773 provocó daños importantes en el templo.
El convento fue objeto de la desamortización de 1835-36. Clausurado junto con
el templo, vivió una época de abandono y de ruina.
En 1900, el padre Fernández
Caro adquirió el inmueble y restauró el templo, aunque acortándolo al eliminar
el primitivo presbiterio.
Se trata de una iglesia de una sola nave de planta
rectangular de unos diecinueve metros de largo por diez de ancho.
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